Por: Annette Planells
La verdad es que nos han visto la cara de tontos. Después de enterarnos de los más de cien mil dólares gastados en viajes por el actual secretario general de la Asamblea, ahora sabemos que un médico de la clínica parlamentaria ha viajado cuatro veces a tomar cursos de estética pagados con nuestros impuestos. ¿Qué relación puede haber entre sus funciones en una clínica que ofrece servicios de medicina preventiva, consulta médica y urgencias dentro de la Asamblea, y un taller de rellenos faciales antienvejecimiento?
En un país serio, la persona que utilizó dinero del Estado para viajes que no tienen nada que ver con sus funciones en la Asamblea, por lo menos habría sido llamado a rendir cuentas y seguramente se vería obligado a devolver todos los gastos que no pudiera sustentar. Esto, además de enfrentar cargos por malversar fondos de la Asamblea Nacional. Me cuesta mucho pensar que estas personas se aprobaron solas esos gastos. Alguien con poder tuvo que autorizarlo. ¿Cuántas personas avalaron esos cheques? ¿Quién aprobó esas solicitudes? ¿Quién imprimió los cheques? ¿Quién los firmó? O ¿quién tramitó los ACH (en el caso de que fueran pagos electrónicos)? ¿Qué instituciones participaron? ¿Asamblea, MEF, Contraloría? ¿Quién dio la orden de que se pagaran? ¿Nadie preguntó qué justificación tenían esos gastos? Estos son apenas unos pocos casos, pero la Asamblea ha gastado más de dos millones de dólares en viajes. ¿Qué beneficio traen esos viajes a la labor legislativa? ¿Cuántos casos de gastos innecesarios o injustificables hay en la Asamblea y en el gobierno en general? Y es que la corrupción ha hecho metástasis, la cadena de personas que están participando para defalcarnos es interminable y los castigos son nulos. Aparte de los que sacan provecho personal, algunos participan de esta cadena de corrupción para mantener su trabajo, mirando para otro lado. Otros engrasan la rueda para que las cosas fluyan mientras a ellos los mantengan también engrasados.
Y otros utilizan ese mecanismo para conseguir favores. Mientras tanto, ¿quién vela por nuestros dineros? ¿Cuántos gastos injustificados estamos pagando con nuestros impuestos, mientras dejamos de pagar bienes y servicios necesarios para garantizar salud, educación y seguridad de todos los ciudadanos? Ningún presupuesto aguanta este abuso constante donde al final nadie responde ante la justicia. En el documental sobre la corrupción, El Cuarto Poder, Guillermo Castro señala que estamos tratando de resolver el problema de la corrupción desde las leyes y la justicia, cuando el problema de la corrupción es un tema de voluntad política. Mientras las personas a las que les damos el poder cada cinco años no tengan la voluntad política para combatir la corrupción, seguiremos viendo cómo abusan del dinero y el poder sin que haya ninguna consecuencia legal, social o política para los corruptos. Mientras tanto, seguiremos pagando más y más impuestos y recibiendo menos y peores servicios públicos, hasta que reviente la soga y nos enfrentemos a un futuro incierto, que puede ser muy parecido al de Nicaragua o Venezuela.
Tenemos la oportunidad cada cinco años de cambiar nuestra realidad, aún si no tenemos garantías de que los candidatos nuevos vayan a ser mejores que los actuales. Lo que sí está garantizado es que si reelegimos a los actuales seguiremos en esta espiral de corrupción. Solo investigando bien a todos los candidatos y escogiendo a los mejores, podremos parar este círculo vicioso y encontrar esa voluntad política que está cada vez más ausente entre nuestros gobernantes.
La autora es copresentadora del programa ‘Sal y Pimienta’ y miembro de Movin.
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