Meros espectadores

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Por: Daniel Lopera

 

La democracia se fortalece con la participación ciudadana. Se fortalece cuando el ciudadano empoderado es parte activa de ella. Cuando el ciudadano se reúne, cuestiona, manda cartas, llama, jode y se hace sentir. Mientras el ciudadano no tenga cómo participar en el rumbo de su país a nivel público, quienes juran representarlos seguirán teniendo carta blanca para hacer y deshacer sin cuestionamientos.

Entonces, ¿por qué carastes estamos permitiendo que en esta contienda nos tiren a un lado?

Lo que pasó con la valla de #PelaElOjoPanamá, deja al descubierto una perversa situación de cara a las elecciones: Los ciudadanos no nos podemos pronunciar libremente sobre ninguna persona que sea candidato a ningún puesto, sin importar si esa persona es primero funcionario.

El Tribunal Electoral ha decidido que los ciudadanos tenemos “plena” libertad de expresión, mientras esa plenitud sea allá en una esquinita, mirando hacia la pared, sin hacer mucho ruido, avisando primero y sin molestar a nadie, no vaya a ser que alguien tome ofensa, incluso si estoy pidiendo que me digan qué hacen con mis impuestos.

¿Qué libertad de expresión puede haber cuando no puedo poner un cartel en mi casa pidiéndole a un funcionario que ha sido cuestionado por actos de corrupción que me rinda cuentas? ¿O no puedo poner en mi carro un rótulo diciendo señor o señora tal, qué pasó con el dinero de... (inserte aquí su escándalo favorito, hay suficientes)?

Los ciudadanos no somos meros espectadores, no somos máquinas de emitir votos, no somos solo oídos receptores de promesas, eslóganes y jingles. Somos ciudadanos, con cédula y derecho a opinar, hablar, cuestionar y votar.

A los ciudadanos no nos calló la dictadura; nos van a venir a callar un par de gritos en la Asamblea...

El autor es miembro de Movin

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