
Por: Annette Planells
Por quién votaste para diputado en 2014? ¿Sientes que esa persona, si ganó, te ha representado dignamente en la Asamblea?
Normalmente le damos mucha importancia a la campaña presidencial. Escuchamos los discursos, las propagandas, los debates, y lo conversamos y compartimos con amigos y familiares. Incluso, algunas veces hemos tenido peleas que han durado hasta mucho después de la elección, o que han producido distanciamientos durante la época electoral, cuando no estamos de acuerdo en el candidato. La pregunta es: ¿Le damos la misma importancia a la elección para diputado?
Seguimos pensando que cada cinco años vendrá un salvador que resolverá todos los problemas que creó o dejó de atender el gobierno de turno, sin contemplar que para estar en capacidad de cumplir sus promesas, tendrá que trabajar, en armónica colaboración, con los diputados de la Asamblea Nacional.
El éxito o fracaso del próximo gobierno, y presidente que escojamos, dependerá, en gran medida, de la Asamblea Nacional. Recordemos que son los diputados los que eligen al contralor general de la República, una posición clave para la ejecución del presupuesto general del Estado. Los diputados pueden elegir a una persona que cumpla su función fiscalizadora o a una persona que se convierta en un obstáculo para la ejecución del presupuesto.
Son los diputados los que aprueban el presupuesto y los que autorizan los traslados de partidas presupuestarias, para que el Ejecutivo pueda reasignar fondos de un lado a otro, según se necesiten durante el año.
Si estudiamos los planes de gobierno de los candidatos a presidente, vemos que muchas de sus promesas tienen que ver con la presentación de leyes, para las cuales van a necesitar la aprobación de la Asamblea.
No menos importante es la ratificación de posiciones clave nombradas por el Ejecutivo, tales como magistrados, directores de entidades autónomas y semiautónomas, el fiscal electoral y los miembros de la junta directiva del Canal de Panamá, nuestro principal activo.
Quizás algunas de estas funciones han pasado desapercibidas porque es la primera vez, después de la dictadura, que vemos una Asamblea en abierto desafío al Órgano Ejecutivo, incluso en violación de su propio reglamento interno.
Ojalá este poder lo estuvieran utilizando en beneficio del país. Lamentablemente, su recién descubierta independencia está siendo utilizada para evitar la rendición de cuentas sobre el manejo de sus fondos y la paralización del debate de leyes importantes, así como de la ratificación o no de los candidatos a magistrado de la Corte Suprema de Justicia.
Los partidos políticos no parecen haber comprendido la gravedad de la crisis que vivimos, y lo demuestran postulando personas según su popularidad, por encima de sus capacidades y trayectoria. Aparte, continúan postulando a los mismos diputados que hoy se niegan a rendir cuentas y cumplir con su labor, como si dentro de las filas de sus partidos no hubiese personas mejor calificadas.
Nos toca a los ciudadanos escoger, poniendo especial atención a la oferta independiente. Aun si la libre postulación no necesariamente es sinónimo de capacidad e integridad, el hecho de no responder a los partidos políticos, que hoy son parte del problema, los hace merecedores de ser considerados.
Verifiquemos bien si sus trayectorias son garantía de sus promesas y démonos la oportunidad de tener una Asamblea de la que no tengamos que seguir avergonzándonos por los próximos cinco años, una Asamblea que fiscalice al Órgano Ejecutivo y cumpla su labor de legislar en beneficio del país, no de sus intereses mezquinos.
Pelemos el ojo, porque está en riesgo nuestra democracia. Pelemos el ojo por los nuestros.
La autora es miembro de Movin y conductora del programa radial ‘Sal y pimienta’
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