
Por: Annette Planells
“¿Por qué no se convierten en un partido político?”. “Vayan a buscar votos”. “Ustedes solo son cuatro gatos”. “Quién los eligió?”. “Ustedes no me representan”. Son algunas de las preguntas y comentarios que vemos en redes sociales y que denotan desconocimiento sobre la figura de los movimientos políticos, empezando con que tanto los partidos como los movimientos son necesarios y deben coexistir en democracia.
Un partido político es una organización cuyo propósito es llegar al poder y, desde allí, implementar su visión sobre cómo debe ser administrado el país, a través de líderes cuyas actuaciones deberían reflejar sus principios y valores. Son necesarios en democracia; de hecho, la salud de la democracia está directamente relacionada con la salud de sus partidos políticos y, principalmente, con la calidad de las actuaciones y decisiones de sus líderes.
Los movimientos políticos son organizaciones cuyo propósito es impulsar temas específicos. También son necesarios en democracia y han tenido un papel fundamental en la historia. Ejemplo de algunos de esos movimientos políticos son los de la defensa de los derechos humanos, los derechos de la mujer, los movimientos para la protección del medio ambiente, aquellos en contra y a favor del aborto, los movimientos en contra y a favor de portar armas, así como muchos otros.
Estos movimientos exponen sus ideas, también a través de diversos líderes y voceros que creen y representan profundamente las causas que defienden, tratando de incidir en la población e, incluso, promoviendo candidatos que defiendan esas ideas dentro del gobierno.
Los movimientos políticos no se eligen por votos. Son expresiones espontáneas y democráticas basadas en el derecho de asociación y el derecho a la libre expresión. Muchos ciudadanos se pueden identificar con un movimiento o pueden estar totalmente en contra, eso no priva al movimiento de su derecho a organizarse y a expresarse.
Muchos de los grandes avances de la democracia se han logrado por la lucha de movimientos políticos que empezaron con un pequeño grupo de personas, y que fueron convenciendo a las mayorías de que las mujeres tenían los mismos derechos que los hombres, que un afrodescendiente tenía el mismo derecho de una persona blanca para sentarse en el mismo bus en que viajaban, que cualquier persona tiene derecho a expresar su opinión, aunque los demás estemos en contra, o su opinión no nos convenga.
Movimientos como # neveragain en Estados Unidos, liderado por estudiantes universitarios para cambiar la legislación sobre el porte de armas y #Metoo, que busca parar el acoso sexual en contra de las mujeres, son ejemplos de movimientos políticos que hoy buscan incidir en políticas públicas y que están teniendo un gran impacto en la sociedad.
En el caso de Movin, un conjunto de ciudadanos con una visión de largo plazo, nos hemos organizado como un movimiento cívico-político para promover la institucionalidad, la transparencia y la participación ciudadana.
Somos ciudadanos preocupados genuinamente por la situación del país, somos voluntarios que contribuimos con nuestros dones y talentos de manera desinteresada y, cuando opinamos, lo hacemos en nombre del movimiento, no de la sociedad civil. Ejercemos nuestro derecho ciudadano de fiscalizar y de exigirle a nuestros gobernantes que cumplan sus promesas.
Hay muchos ciudadanos que se identifican con algunos de nuestros planteamientos y otros que no, esa es la belleza de la democracia. Todos los que valoramos la democracia, como mínimo, debemos respetar las diferentes formas de expresión ciudadana y debatir, con base en argumentos, dejando de lado actitudes autoritarias, que pretenden callar las voces que no les convienen.
Más allá de la comodidad de un tuit o de la simpleza del imaginario subjetivo, malintencionado o difamatorio, invitamos a otros ciudadanos a organizarse y a aportar su granito de arena por el país, dedicando su esfuerzo y energías para construir una mejor democracia.
Es importante que actualicemos nuestra legislación para fomentar los movimientos políticos, tal como ocurre en países vecinos como Colombia, donde los movimientos políticos están reconocidos por la ley electoral y ejercen sus derechos ciudadanos amparados por la ley.
Nuestra democracia no fue gratuita, muchas personas sacrificaron su vida para que hoy podamos disfrutarla. Debemos valorar y defender los principios que la fortalecen, porque “la democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre, con excepción de todos los demás”, Winston Churchill.
La autora es miembro de Movin y conductora del programa ‘Sal y pimienta’.
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