Todos vuelven

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Por: Daniel Lopera


El 5 de mayo, una de las conclusiones inequívocas del proceso electoral, fue el éxito de la campaña #NoALaReelección. De los 51 diputados que aspiraban a reelegirse, solo 15 lograron mantenerse en su curul. Los ciudadanos marcharon, se manifestaron en redes y programas de opinión, caminaban orgullosos con sus camisetas y sus pulseras y hasta lo cantaron en festivales alcaldicios.

Todo esto, para que el señor presidente electo decida nombrar a algunos a los que la ciudadanía les dijo no. Como dice Rubén Blades, “todos vuelven al rincón de donde salieron”. El problema es que todos vuelven así les hayamos dicho que no queremos que lo hagan.

La voluntad de los ciudadanos se debe respetar. En las urnas, los diputados no reelectos fueron parte de un castigo social hacia la clase política por sus prácticas cuestionables. Algunos por estar mencionados en casos de corrupción, otros por nepotismo, otros por negarse a rendir cuentas y otros simplemente por el cansancio ciudadano. Solo esta semana, y a pesar de ese claro rechazo ciudadano, la presidenta de la Asamblea le negó nuevamente a la Contraloría la entrada a las oficinas de control del palacio Justo Arosemena, a pesar de que la Corte Suprema falló en contra de ellos, en un abierto reto no solo al contralor, sino al trabajo que la ciudadanía exige de él.

Obviamente la lista de nombramientos es larga, y estoy seguro de que en las próximas semanas, los medios empezarán a disecarlas y a reportar las conexiones que algunos de ellos tienen con personajes de reputación dudosa. Uno de los que el presidente electo pretende nombrar fue un diputado altamente cuestionado por su ausentismo, práctica nefasta donde se le restriega en la cara a los ciudadanos trabajadores de este país, que ellos están por encima de la ley y no son simples mortales como nosotros.

Otra de las personas que aparece en la lista fue una diputada que no reparó en nombrar a sus familiares en su despacho, sin rendir cuentas sobre el trabajo que hacían ni la razón por la cual decidió, con el dinero de todos, nombrar a estas personas. Y como cereza en el pastel, nombra a esta persona como gobernadora en la misma provincia que le dijo “ no” en las urnas, como un insulto extra.

Esto solo demuestra que el furor ciudadano que causó el movimiento no a la reelección no puede solo quedarse en las urnas cada cinco años. Vienen procesos que requieren de participación ciudadana más que en ningún otro momento: cambios constitucionales, reformas electorales, vigilancia continua a los nuevos electos y procesos de descentralización.

Ser ciudadano es un ejercicio como cualquier otro. Se tiene que apartar un poco del tiempo que podemos cada día para ejercerlo, sino, los músculos ciudadanos se debilitan y se atrofian. Y si no vigilamos por cinco años, aquellos que nos costó tanto como ciudadanía sacar de sus curules, los que tenían telarañas en las sillas y el pantalón pegado con el cuero, volverán sin mayor esfuerzo, porque como dice Rubén, “ todos vuelven al rincón de donde salieron”.

El autor es director ejecutivo de Movin 

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